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La nueva abogacía en Rocha Paus

La nueva abogacía en Rocha Paus

Durante los últimos años se han escritos ríos de tinta sobre la llamada “nueva Abogacía”. En torno a este concepto suelen aparecer las palabras soft skills, cross-collaboration, creatividad, design thinking, pensamiento lateral, inteligencia emocional, flexibilidad y otras tantas. Todo un abanico de keywords a modo de súper poderes.

La realidad es que el viejo modelo de Abogacía está despareciendo a marchas forzadas. Las nuevas generaciones quieren superar la vieja imagen de la Abogacía como ese telón de acero infranqueable, hermético y frío entre el cliente y el profesional; buscan transformar ese marco caduco en algo más dinámico, real y cercano.

Tanto a nivel individual como a nivel colectivo o de equipo, el ejercicio de la profesión está mutando hacia una praxis más líquida, más adaptable a las circunstancias. También más consciente de las innovaciones que se van incorporando a nuestro día a día. Desde una comunicación más ágil con el cliente a través un sistema propio, hasta una reunión vía Zoom. O un Reel en la cuenta del Instagram del despacho. Estos tres ejemplos no son ajenos al día a día de Rocha Paus.

En el artículo de hoy hemos querido contar cómo percibimos la evolución de la profesión. Tanto desde la vertiente del ejercicio individual, como la del trabajo en equipo.

El abogado contextual

Antes de entrar a definir qué entendemos por abogado contextual es importante tener en cuenta el escenario actual del ejercicio de la profesión. Por un lado, el cliente se ha convertido en el centro absoluto de la prestación del servicio y, por el otro, las realidades con las que se trabajan cada vez son más complejas y pluridisciplinares. Este eje de coordenadas hace que dos de las competencias más demandadas sean la capacidad para aprender rápido (learnability) y la ejecución en la toma de decisiones (problem solving). Dos súper poderes más en la lista.

Nos gusta el apelativo “contextual” porque nada define más el ejercicio de la Abogacía que el contexto único e irrepetible al que debe hacer frente un profesional del Derecho. No solo a nivel técnico sino empático-perceptivo. Cada caso es un todo un universo lleno de incógnitas nuevas a resolver.

Si bien es cierto que, a nivel individual, las competencias interpersonales que hemos ido señalando (adaptabilidad, empatía, cercanía, aprendizaje rápido, etc.) juegan un papel esencial a la hora de sostener mejores vínculos con clientes, proveedores, organismos, o competidores, creemos que hay que reforzar la cultura de equipo para que las individualidades redunden en beneficio del equipo.

Las claves del éxito del trabajo en equipo

En la era de las métricas, del “todo se puede (debe) cuantificar”, del tracking constante de resultados, ¿Cómo podemos medir el éxito de un equipo? ¿Qué elementos deben darse para que la productividad grupal se traduzca en resultados tangibles y, por lo tanto, cuantificables?

 ¿Y si os dijéramos que en Rocha Paus creemos en la amabilidad y en la ayuda intra grupo cómo métricas del éxito? Muy probablemente nos estéis leyendo con el ceño fruncido y una mueca de incredulidad. No os juzgamos y es que ¿cómo se mide lo intangible?

Desde luego no somos físicos cuánticos para responder a ello. Pero sí creemos que para que haya resultados a largo plazo y un equipo que madure conjuntamente es necesario activar una serie de dinámicas grupales que faciliten el diálogo. Poder expresarse libremente en el equipo de trabajo, planteando dudas o preocupaciones sin sentir que se está siendo juzgado por ello, genera una suerte de cinturón de confianza que, junto a la capacidad de empatía del resto de compañeros, puede facilitar la comprensión de ciertos contextos, de la toma de decisiones, etc.

Estamos convencidos de que un entorno “seguro” o “de confianza” da lugar a mejores conexiones humanas y ello repercute positivamente en el ambiente y en el trabajo en equipo. La amabilidad se incorpora, así, como un elemento más de la dinámica de trabajo siendo capaz de limar cualquier diferencia o problema estructural que pueda surgir, suponiendo un evidente impulso en el rendimiento del grupo. Dicen que “el roce hace el cariño”. En Rocha Paus creemos que “la confianza genera amabilidad”.

La métrica del éxito de un equipo es su virtud humana.

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